Pegaso es un caballo alado, de blancas alas, nacido del encuentro entre Poseidón y Medusa. Su nombre proviene de la palabra griega phgh (pagé), que significaba manantial, pues se señalaba que se habría originado en las fuentes del Océano. De su nacimiento existen varia versiones, la más difundida apuntaba que había nacido del cuello de la Gorgona, cuando Perseo, mitad dios por ser hijo de Zeus, la mató en el mar, de este mismo suceso habría nacido su hermano el gigante Crisaor.
Hay versiones que sostienen que habría nacido en la tierra, fecundado por la sangre derramada de la Gorgona, cuando Perseo la dejara sin vida.
Este fabuloso caballo indomable poseía el poder de hacer brotar agua donde pisaba, de espíritu indomable, pronto atrajo el deseo de Belerofonte, hijo del rey griego Glauco de Corintio, de capturarlo. La diosa Atenea (diosa de la razón) viendo la obsesión que tenía Belerofonte de capturar a Pegaso, una noche le habría obsequiado una brida de oro para domarlo, cosa que le permitió convertirlo en el compañero de sus hazañas, como la que recuerda la muerte de la Quimera y lograr por sí solo la victoria sobre las Amazonas.
Cierto día Belerofonte quiso convertirse también en dios y llegar montado sobre su corcel hasta el propio monte Olimpo, ante tal osadía Zeus envió a un pequeño insecto a que clavara su aguijón a Pegaso. Este, al sentir la punción, se agitó de tal forma que el pretencioso héroe cayó al suelo quedando impedido de por vida. Así Pegaso consiguió escapar de él y alejarse sacudiendo sus alas. Cuentan que en el monte de nombre Helicón se celebraba un concurso de agraciadas voces. Tan bellas eran estas voces que el monte se fue elevando hacia el cielo sin control. Visto este fenómeno, Poseidón ordenó a Pegaso dar una coz a la montaña para parar su ilimitado crecimiento, señalan que donde Pegaso golpeó con sus patas traseras nació una fuente, la Fuente Hipocrene, que se encuentra consagrada a la inspiración que proporcionan las Musas.